El camino del guerrero
La disciplina es un super poder que todos los seres humanos compartimos, sin embargo, algúnas personas lo han desarrollado más que otras. Una definición de disciplina que en lo personal encuentro muy acertada es: Hacer lo que tienes que hacer en el momento que se debe hacer, quieras hacerlo o no.
El ícono perfecto de disciplina, a mi gusto son los samurais. Los samurais fueron unos guerreros japoneses que se regían por un código de siete principios, esto se conoce cono el código bushido:
Gi (honradez y justicia). “Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la Justicia pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere la honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto”.
· Yu
(valor heroico). “Álzate sobre las masas de gente que teme actuar. Ocultarse
como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurái debe tener valor
heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma
plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y
fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución”.
· Jin
(compasión). “Mediante el entrenamiento intenso, el samurái se convierte en
rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que
debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en
cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para
encontrarla”.
· Rei
(cortesía). “Los samurái no tienen motivos para ser crueles. No necesitan
demostrar su fuerza. Un samurái es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta
muestra directa de respeto no somos mejores que los animales. Un samurái recibe
respeto no sólo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de
tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurái se vuelve evidente
en tiempos de apuros”.
· Meyo
(honor). “El auténtico samurái sólo tiene un juez de su propio honor, y es él
mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de
quién eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo”.
· Makoto
(sinceridad absoluta). “Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya
estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha
dicho que hará. No ha de ‘dar su palabra’. No ha de ‘prometer’. El simple hecho
de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma
acción”.
· Chugo
(deber y lealtad). “Para el samurái, haber hecho o dicho ‘algo’, significa que
ese ‘algo’ le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias
que le sigan. Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para
aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel. Las palabras de
un hombre son como sus huellas; pueden seguirlas donde quiera que él vaya.
Cuidado con el camino que sigues”.
[Hagakure Libro de Yamamoto Tsunetomo]
Un ejemplo de esto fue la vida de Miyamoto Musashi (1584 – 1645). Fue
un guerrero famoso del Japón feudal. También conocido como Shinmen Takezō,
Miyamoto Bennosuke, o por su nombre budista: Niten Dōraku. Es autor de un
reconocido libro titulado: El libro de los cinco anillos.
Los escritos lo describen como un
joven de carácter con gran fuerza de voluntad y físicamente, muy desarrollado
para su edad. En sus inicios, su tío insistió en que estudiase las artes del
combate y esto unido a su desarrollo físico y un carácter violento hizo que
pronto se involucrara en combates. No saben si su inclinación hacia en genyutsu
fue instancias de su tío o si su naturaleza agresiva lo acercó hacia el
esgrima. Desde su juventud su corazón se inclinó hacia el camino del guerrero.
En 1596, Musashi tenía 13 años y
Arima Kihei, quien viajaba para perfeccionar su arte, publicó un desafío en
Hirafuku-mura. Musashi escribió su nombre en el desafío. Y pronto, un mensajero
llegó al templo de su tío Dorin, donde se hospedaba Musashi, para informar que
su duelo había sido aceptado. El tío de Musashi, se sorprendió por esto y trató
de tomar el duelo en lugar de Musashi, basado en la edad de su sobrino.
Kihei estaba convencido de que la
única forma de que su honor pudiera ser limpiado era si Musashi se disculpaba
con él. Así que cuando llegó el momento establecido para el duelo, Dorin
comenzó a disculparse por Musashi, quien simplemente se lanzó contra Kihei con
una espada larga.
Kihei contra atacó con un sable
corto, pero Musashi logró tirarlo al suelo, y mientras intentaba levantarse,
Musashi lo golpeó entre los ojos y lo mató.
En 1605 Musashi ya había ganado
fama como samurái a la corta edad de 21 años, en ese entonces, fue retado a
duelo por Matashishiro Yoshioka, clan renombrado por el buen uso de la espada. El
lugar era un campo de arroz a la sombra de un gran árbol. Ese mismo año,
Musashi había derrotado al padre de matashishiro en un duelo y días antes había
dado muerte al hermano de Matashishiro. Por tanto el clan, clamaba venganza.
Los amigos de Musashi percibieron
que se trataba de una trampa y se ofrecieron a acompañarlo, pero Musashi optó
por ir solo.
En anteriores enfrentamientos con
los Yoshioka, los había molestado presentándose tarde a los duelos, esta vez,
llegó un par de horas más temprano y se escondió en las ramas del gran árbol.
Matashisiro llegó con un pequeño ejército a la hora acordada, juntó a sus
guerreros bajo el gran árbol y les dijo: “Seguramente llegará tarde, pero esa
estrategia no funcionará conmigo” de repente, musashi salió de su escondite y
gritó: “Tengo horas esperando” y al instante mató a Matashishiro de una
estocada y luego adoptó una posición de ángulo, los hombres, al verse
sorprendidos formaron una línea regular en vez de rodearlo por lo cual musashi
mató rápidamente a los atónitos hombres recorriendo simplemente la línea. Esta
victoria sello su fama como uno de los mejores espadachines de Japón.
Empezó a recorrer el país en
busca de los mejores duelos. En una ocasión escuchó de un guerrero invicto: Shishido
Baiken, cuyas armas eran una hoz con una larga cadena y en el extremo una bola
de acero. Musashi retó a Baiken, quien no había ni siquiera estado cerca de ser
derrotado, pues su técnica y armas eran insuperables: remolinando la bola en el
aire, hacía retroceder a la víctima, para luego lanzarle la bola a la cara y
mientras el contrincante se centraba en esquivar la bola y la cadena, Baiken le
cortaba el cuello con la hoz.
Musashi se presentó al duelo con
dos espadas: una larga y otra corta, Baiken nunca había enfrentado a alguien
con dos espadas. Sin esperar, Musashi atacó primero e hizo retroceder a Baiken,
quien al verse sorprendido dudó en arrojar la bola. Mientras buscaba descifrar
cómo evitar las dos espadas. Musahsi logró hacerlo perder el equilibrio con un
toque de la espada corta y en una fracción de segundo, atravesó el cuerpo de
hasta ese momento invicto maestro Baiken con la espada larga.
Años más tarde, Musashi
enfrentaría su duelo más renombrado. El mestro Sasaki Kojiro, creador de su
propio estilo al que llamó Ganryu. Peleaba con una espada increíblemente bella
y muy larga, que según decían, estaba poseída por un espíritu guerrero.
Kojiro, aceptó el reto de
Musashi. El duelo se llevaría a cabo en una pequeña isla cerca de la casa de
Kojiro. Esa mañana estaba repleta la isla. Kojiro, se presentó a tiempo, pero
Musashi, llegó tarde, muy tarde, por lo que Kojiro estaba muy molesto. Después
de dos horas de espera, se vio una barca acercarse, su pasajero tranquilamente
afilaba un largo remo de madera. Una vez que la barca llegó a la orilla,
Musashi descendió de la misma con sus desgastadas ropas de diario una tosca
toalla enrollada en la frente a modo de bandana.
Nada más verlo bajar de la barca,
Kojiro le dijo: “¿Tienes tanto miedo que se te ha olvidado hasta la hora de
nuestro duelo? Musashi no dijo nada y se limitó a ponerse en guardia con su palo.
Kojiro se preparó para recibirle,
desenfundó su katana y lanzó la vaina al suelo. Al ver que las olas se la
llevaban, Musashi sonrió burlonamente y le dijo:
– ¡Estás perdido, Kojiro! El
resultado de este duelo ya es cosa hecha.
– ¿Cómo dices? – respondió
Kojiro, confundido
– ¿Desde cuándo un guerrero que
espera salir victorioso arroja la vaina de su espada al mar?
Kojiro se las arregló para
mantener la compostura, pero estaba visiblemente enfadado por la impertinencia
de Musashi. Elevó su espada por encima de la cabeza, en posición de guardia
alta, y se dispuso a terminar el combate de una maldita vez. Apuntó a la frente
del rival y su espada (Monoboshi Zao) descendió a la velocidad del rayo. Al mismo
tiempo, Musashi descargó también su golpe sobre la cabeza de Kojiro. La suerte
estaba echada.
Ambos ataques sucedieron al mismo
tiempo. Los dos contendientes permanecieron inmóviles, frente a frente, en la
misma postura en la que habían finalizado sus estocadas. Durante unos momentos
que parecieron eternos, todos contuvieron la respiración.
Al fin, la toalla que Musashi
tenía enrollada en la frente cayó, partida en dos, y se la llevó el viento.
Acto seguido, Kojiro se derrumbó en el suelo sin exhalar siquiera un gruñido.
Al fin, Musashi reaccionó. Avanzó de dos zancadas hasta donde yacía su rival y lo
remató de un solo golpe.
Acto seguido, se volvió hacia los
testigos del duelo, los saludó con una reverencia y, sin esperar a que nadie
pudiera decir una palabra, abordó el bote y puso rumbo de vuelta a tierra
firme.
¿Qué lecciónes aprendemos de la vida de Miyamoto Musashi? Comparte las tuyas en los comentarios.
Les comparto las que yo veo:
1. Presta atención a cada detalle: Miyamoto Musashi estudiaba perfectamente a sus contrincantes, conocía sus técnicas y hasta qué cosas les molestaba.
2. No hagas nada inútil. Cada cosa que hacía Musashi, tenía un propósito. Cómo vestía, a qué hora llegaba, qué arma utilizar.
3. Estar todos los días consciente de la muerte: Una vez que el viajero está
preparado para el hecho morir, vive su vida sin la preocupación de morir y
escoge sus acciones basado en un principio y nunca en un miedo.
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