El burro muerto
Una mujer se fue a vivir al campo y compró un burro a un viejo campesino por $500.000. El viejo acordó entregarle el animal, al día siguiente. Pero al día siguiente, el campesino le dijo: “Lo siento, pero tengo malas noticias: el burro murió.”
“Bueno”, dijo la mujer, “entonces devuélvame mi dinero.” El vendedor replicó: “No puedo, ya me lo gasté.”
La mujer le dijo: “Bien, da Igual entrégueme el burro.”
“¿Y para qué?” preguntó el anciano, “¿Qué vas a hacer con él?”
“Lo voy a rifar” contestó la mujer. “¿Estás loca? ¿Cómo vas a rifar un burro muerto?”
“No le voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto.”
Un mes después de este suceso, el campesino se encontró nuevamente a la mujer y le preguntó:
“¿Qué pasó con el burro?” la mujer le respondió: “Lo rifé, vendí 500 números a $20.000 cada uno y gané $10.000.000”
“¿Y nadie se quejó?” Preguntó el viejo. “Solo el ganador” dijo, “pero a él le devolví sus $20.000.”
Esta es una historia que llegó a mi Whats app, comparte en los comentarios: ¿Qué opinas de la mujer?
A primera vista pensé: “que mujer tan astuta” después pensé: “que mal que usó su astucia para engañar a las personas” de hecho, esta historia venía acompañada de una reflexión relacionando a la mujer de la historia con una mujer de la política que: “usó el dinero de todos. Y ese dinero, fue ¡¡¡a sus bolsillos!!! (Y todos sabemos de qué forma). Una mujer que durante su vida no trabajó nunca, ni hizo nada productivo, y ahora es muy rica... porque encontró muchos "burros muertos" en su camino, y los fue rifando a mucha gente ingenua.”
Entiendo esto pues son tiempos electorales en México y este tipo de historias seguramente serán más conforme avance el tiempo.
Pero ¿qué reflexión me deja esta historia?
Aquí puedo juzgar: al campesino, puedo juzgar a la mujer, puedo juzgar al creador de esta historia y hasta puedo jugar al burro, pero al final ¡me estoy juzgando a mí mismo!
Jesús lo enseñó así: “No juzguen para que no sean juzgados. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.”
Jesús no se refería al juicio que otros hacen sobre mí necesariamente, más bien, se refiere a que cuando emito un juicio (La paja en el ojo ajeno) este habla de mí más que de la otra persona (La viga en mi ojo). La invitación de Jesús es a verme a mí primero antes que a los demás.
De manera que en lugar de preguntar: ¿Qué pienso de esta mujer (campesino, historia, burro etc.)? Mejor me preguntaré: ¿Qué me enseña esta historia? ¿Qué puedo aprender de mí a través de esta historia?
La pregunta adecuada me lleva a la respuesta adecuada.
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