Shhh!
En la tradición judía, existen personajes claves como son: Moisés, Abraham y Elías. Elías fue un profeta por medio del cual, Dios hizo prodigios poderosos, uno de los más conocidos es cuando descendió fuego del cielo y consumió un altar que estaba empapado en agua. La historia dice que el fuego fue tan intenso que evaporó el agua al instante y quemó hasta las piedras. ¡Wow! Que experiencia debió ser contemplar ese acontecimiento.
Pero justo después de esto, Elías
fue perseguido a muerte por la reina de la región, y mientras el profeta huía, y
lleno de miedo le reclamó a Dios diciendo: “Estoy harto Señor, mejor mátame”. Y
después de haber dormido profundamente, la historia cuenta que un ángel le
despertó y le dio de comer en dos ocasiones, hasta que, fortalecido viajó más
de un mes hasta que se ocultó en una cueva donde pasó la noche-
Más tarde, Dios le dijo: “¿Qué
haces aquí, Elías?”
“Me consume mi amor por ti, Dios
Todopoderoso” respondió. “Los israelitas
han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han
matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora
quieren matarme a mí también!”
Entonces algo sorprendente
sucedió. Dios le dijo: “Sal, porque estoy a punto de pasar por allí.”
Entonces vino un viento recio,
tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Dios no estaba en el viento.
Después del viento hubo un terremoto, pero
Dios tampoco estaba en el terremoto.
Tras el terremoto vino un fuego, pero Dios
tampoco estaba en el fuego.
Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo
oyó, oyó una voz que le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
Todos atravesamos momentos de
dificultad: Crisis de salud, económicas, sociales, familiares etc. Y me enfoco
tanto en el “problema” y le ruego al Dios todo poderoso que use su poder para
liberarme. Y todos los días, lleno de estrés y temores, ruego a Dios para que
me libre.
Y esto no está mal, simplemente
me hago consciente de que esta actitud me genera expectativas de Dios y el
hacerme expectativas me impide ver y escuchar a Dios, manteniéndome en un lugar
que no me conviene.
Dios no estaba en el fuego, ni en
el fuerte viento, ni en el temblor. Dios estaba en un suave murmullo. La voz de
Dios se escucha en el silencio de la mente. Como dice el salmo: “En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir
confiado.” [Salmos 4:8, La biblia]
Cuando me atrape en momentos de
estrés e intranquilidad, respiraré profundamente, entonces abriré mis oídos y
escucharé la pregunta de Dios: ¿Qué haces aquí?
Cuando logre estar presente en
cada momento, la voz de mi mente se callará y podré ver la salida que Dios me
ha dado.
Un hombre de fe iba en una
pequeña embarcación la cual naufragó dejando a este hombre en medio del mar. Y
mientras flotaba, clamó a Dios diciendo: “Dios mío, sálvame”
De repente, vio en el horizonte
un barco que se aproximaba a él, una vez situado a buena distancia, Alguien le
arrojó un salvavidas diciendo: “Sujétate, pronto te sacaremos”.
El hombre respondió: “Muchas
gracias pero no, yo confío mucho en mi Dios y sé que él me salvará”
Entonces el barco continuó su
camino dejando a aquel hombre clamando “Dios mío, Sálvame” en el mar.
Un breve tiempo después, se
acercó otro barco del cuál alguien le arrojó un salvavidas diciendo:
“¡Sujétate, te sacaremos!” sin embargo, el hombre respondió nuevamente: “Muchas
gracias pero no, yo confío mucho en mi Dios y sé que él me salvará”
Al poco tiempo, el hombre murió
ahogado… una vez frente a Dios, el hombre le reclamó diciendo: “¡Yo tuve fe en
que me salvarías! ¿Por qué no lo hiciste?” a lo que Dios respondió: “Bueno, yo
te mandé dos barcos”
No es a la manera que pienso, es
a la manera de Dios.
· * Historia de Elías 1 Reyes 19
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