Súper poder 3: Afirmaciónes positivas
¡Nunca lo olvidaré! Hace algún
tiempo, estuve trabajando como encargado estudiantil en un instituto bíblico.
Fue un trabajo muy interesante, pues gracias a él conocí a muchas personas
maravillosas e increíbles, tanto alumnos como docentes y staff.
Durante un ciclo escolar, conocí
a una alumna a la cuál llamaré Ana. Podríamos definirla como una “alumna
problema” pues constantemente recibía reportes por parte de los docentes y
staff en relación a la mala conducta de Ana. En una ocasión, maestra llegó a mi
oficina y desesperada empezó a desahogarse conmigo acerca de los
comportamientos groseros y la falta de respeto que Ana había tenido con ella,
entonces dijo las palabras que en honestamente yo no quería escuchar: “Tienes
que hablar con ella seriamente” pues mi experiencia con “Ana” no había sido la
mejor.
Cada que me dirigía a ella, no me
era agradable pues fácilmente se podía notar, por sus expresiones corporales,
su molestia por lo que procuraba tener el menor contacto posible con ella.
Recuerdo que cuando vi la
desesperación de la maestra supe que debía hacer algo. Pensé que le diría: “si
no quería estar en la escuela toma tus cosas y vete”. Estudié el comportamiento
de Ana y noté que una de las quejas constantes era relacionada a que ella
provocaba que sus compañeros de clase tomarán malas actitudes también. Entonces
noté que muchos la seguían y hacían lo que ella les decía. Vi que Ana era
líder.
Cité a Ana a mi oficina al salir
de clases y le pedí a la maestra que se desahogó conmigo que estuviera presente.
Cuando Ana llegó a la oficina, su molestia era muy evidente, de mala forma se
sentó en la silla y con una cara de enfado y con una mirada retadora me dijo: “¿Qué
quieres?” Entonces, mirándole a los ojos le respondí: “Solo quiero decirte que
he notado que eres una gran líder” entonces su rostro cambió y yo continué
diciéndole todas las virtudes (todas reales) que notaba en ella y el potencial
que yo veía si tan solo las encaminaba a un bien común.
Ana empezó a llorar, la maestra con
cara de asombro, se acercó a Ana y la abrazó. Una vez que terminé de hablar,
Ana solo me dijo: “Gracias, nunca nadie me había dicho lo que me has dicho hoy”
A partir de ese día, y como por arte de magia, La actitud de Ana cambió
radicalmente, al final se graduó y recuerdo muy bien su alegría por haber
podido terminar sus estudios.
Desgraciadamente y por alguna
razón, es más fácil enfocarme en el granito negro en el arroz, y por ello en
lugar agradecer por tener la bendición un plato de arroz, me quejo porque hay
un granito negro. Del mismo modo pareciera ser más sencillo ver los “errores”
que en los “aciertos” y esto provoca una sensación de pérdida y no de ganancia
pero ¿Qué tal si hoy cambio el discurso?
Este es un súper poder que es
necesario usar primero conmigo y después con los demás. Comparto contigo este
ejercicio que me ha sido muy útil:
1. 1. Preguntarme:
¿Qué discurso me estoy diciendo constantemente?
2. 2. Escribir
las virtudes que sé que tengo iniciando con el vocablo yo soy y siempre de
manera positiva, por ejemplo: Yo soy fuerte, Yo soy hermosa etc.
3. 3. Pararme frente al espejo y decirme estas
verdades a los ojos. Al principio te sentirás raro e incómoda (o) pero ser constante es la clave para notar los cambios con el tiempo.
Hoy le haré saber a las personas las
virtudes que les noto y seré testigo del
gran poder que estas palabras tienen.
Ya lo decía Santo Santiago: la lengua es un miembro muy pequeño del
cuerpo… ¡Imagínense qué gran bosque se
incendia con tan pequeña chispa!
Que mi lengua sea esa chispa de
verdad que haga encender el fuego de vida y pasión en mi corazón y en el de los
que me rodean.
Ana fue para mí una maestra enorme, ahí aprendí el gran poder que tienen las afirmaciones positivas.
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